Adiós Luna, fiel compañera...
Tú recuerdo permanecerá por siempre con nosotros.
Pocos pueden comprender lo que se siente cuando se pierde un compañero de batallas. Ese fiel y leal amigo(a) que asoma la cabeza por cada espacio disponible en la puerta para observar tu regreso a casa. Que te mira atentamente a lo ojos en cada palabra lanzada y se dedica con absoluta devoción a estar a tu lado en los buenos y en los malos momentos. No todos entienden la belleza que existe en ese vínculo especial que se forja entre un perro y su dueño desde el primer momento en que ambos se encontraron.
Hace nueve años Luna llegó a esta casa como un regalo de Dios. Conquistó un espacio eterno en mi corazón y en el de nuestra familia. Dios nos la regaló. Y el mismo ha decidido esta tarde llevársela de nuestro lado. No hay pena en reconocer que he llorado como un niño. Es una mezcla extraña de dolor y alegría. Un enorme dolor por su partida. Pero una alegría enorme por haber disfrutado todos estos años de su fiel compañía. El tiempo pasa, pero su recuerdo permanecerá por siempre en nuestra memoria. Este post va en tu honor...
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